poseyéndolo todo.58 Como lo dijo Rudolf Stier, ‘La renuncia a uno mismo es el camino al dominio del mundo’.59 En el canto de la virgen María, el Magnificat, ya habían sido asociados el espiritualmente pobre y el que espiritualmente tiene hambre, y se había declarado benditos a ambos. Porque Dios ‘a los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías’.60 Este principio general se trata aquí de manera particular. Los hambrientos
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